“Y él mismo constituyó a
unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y
maestros, / a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio,
para la edificación del cuerpo de Cristo”
Efesios 4:11,12
E |
l propósito de la tarea de los ministros de Dios es la edificación de un Cuerpo. La palabra "edificación" nos habla de un edificio, un templo, una casa, y todos los elementos que esa construcción implica: las bases o fundamentos, las columnas, las paredes, puertas y ventanas, techo y cada piedra o ladrillo utilizado. Podríamos asignar un significado a cada elemento, como decir que el fundamento o cimiento corresponde a Cristo, que cada piedra es un cristiano, que la mezcla utilizada es la fe, la obediencia y el amor, etc.
Pero lo que ahora nos interesa destacar es que es tarea de los ministros de la Iglesia edificar un Cuerpo. Nótese que más que la tarea de un constructor de casas o arquitecto es la de un biólogo, una especie de ingeniero genético que trabaja con la vida. Lo que deseamos subrayar con esta imagen es que la Palabra de Dios no habla de un edificio inerte sino de una estructura viva. El Cuerpo de Cristo, la Iglesia, es un organismo que nace, crece, se alimenta, respira, camina, piensa, siente, se multiplica, se desarrolla, elimina elementos nocivos y células muertas, pero jamás muere, puesto que forma parte de su Cabeza que es Jesucristo. El Cuerpo y la Cabeza son un solo organismo, una unidad indestructible: “12 Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo. / 13 Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.” (1 Corintios 12:12,13).
El trabajo de apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros es velar por la vida del Cuerpo. Esa labor la desarrollan gobernados, dirigidos y orientados por el Espíritu Santo. Éste sabe lo que el Cuerpo Iglesia necesita en cada una de sus partes. El Cuerpo tiene órganos, huesos, sistemas de alimentación, respiración, locomoción, defensa, etc. Una comunidad cristiana cualquiera, sea grande o pequeña, es parte de ese Cuerpo y como tal refleja la identidad del Cuerpo entero.
Podemos ver en pequeño, en cada comunidad cristiana, todos los elementos –ministerios, servicios, pastoreo, liderazgo, evangelismo, discipulado, etc. – que se dan a nivel macro en toda la Iglesia.
"Perfeccionar a los santos para la obra del ministerio" no es otra cosa que promover el desarrollo de los cristianos desde una condición de recién convertidos o aprendices hasta el nivel de ministros, si es posible, pasando por todas las etapas intermedias propias de un proceso de crecimiento. Como lo hizo Jesús con sus discípulos a través de un largo y difícil proceso de autoconocimiento, disciplina y autodisciplina, identificación de las motivaciones, sanidad interior, instrucción, clarificación de las profecías, visión de la misión, tratamiento personal de aquellas áreas débiles y superación del pecado, etc., igualmente tendremos que hacerlo hoy día con los actuales discípulos de Jesucristo.
La perfección de los que ya son santos, es decir "apartados para Dios", santificados por posición ante Dios, puesto que Jesucristo nos santificó –limpió y perdonó los pecados–, es la comisión de los ministros. La perfección es la santificación de los ya santos. ¿Cómo puede ser esto? Sencillamente porque la santificación es también un proceso que debe realizarse en cada cristiano.
Ya somos
santos en posición, objetivamente, mas necesitamos ser santificados, que seamos
transformados paulatinamente, día a día, por medio de un tratamiento del
Espíritu Santo, el cual dura todo el resto de nuestras vidas aquí en la tierra:
“Y aquéllos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como
a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que
participemos de su santidad.” (Hebreos 12:10).
Si santidad
significa "perfección" ¿por qué la Biblia habla de "perfeccionar
a los santos"? ¿No es como decir "perfeccionar a los perfectos"?
Parece una contradicción, pero no lo es. Somos santos desde el punto de vista
de Dios porque Él nos ve como obra terminada, somos pecadores desde el punto de
vista humano. Estamos en un proceso de santificación, pero lo que aquí le interesa
recalcar a Pablo es la capacitación o perfeccionamiento para la obra del
ministerio, para hacer lo que corresponde a cada cristiano en el Cuerpo de
Cristo, para cumplir la misión, el llamado de Dios.
Varios aspectos referidos a esa capacitación para el ministerio y edificación del Cuerpo vivo, señala San Pablo; a saber: a) que todos lleguemos a la unidad de la fe; b) que todos lleguemos al conocimiento del Hijo de Dios; c) que todos lleguemos a ser un varón perfecto; y d) que seamos hechos a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.
Esta tarea de los ministros de Dios es extensiva a todos los tutores que discipulan vidas, ya que el discipulado es también una capacitación y perfeccionamiento de los santos para la obra del ministerio; es un método para la edificación del Cuerpo de Cristo. El empeño de cada tutor de vidas ha de ser la formación de vidas para el Reino, de tal modo que el discípulo alcance la unidad de la fe; tenga un conocimiento vivencial del Hijo de Dios; llegue a ser un varón perfecto y crezca hasta alcanzar la plenitud de Cristo. ¿Acepta usted el desafío de constituirse en un tutor, un mentor o padre espiritual de otro hermano en la fe?
Oración: Amado Padre Celestial, te damos gracias por habernos llamado a pertenecer a Tu Iglesia, el Cuerpo de Cristo en la Tierra. Gracias por los hombres y mujeres que has puesto en el liderazgo para guiarnos en nuestro peregrinar cristiano. Te rogamos que nos guíes siempre por medio de Tu Espíritu Santo y nos corrijas de tantos errores que cometemos y que siempre nos perdones, porque somos seres humanos débiles y pecadores. Pero estamos empeñados en crecer a la imagen de Tu Hijo en virtudes, obras y otras vidas que sigan los pasos del Maestro. Si es Tu voluntad, permite que también demos a luz y criemos en la fe hijos espirituales que puedan honrarte y glorificarte en el tiempo que viene. Te lo pedimos en el nombre de Jesucristo, nuestro Salvador, Señor y Maestro. Amén.
©
Pastor Iván Tapia
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