domingo, 24 de abril de 2022

LA LUZ QUE GUÍA MI VIDA

 





“Como el Padre me ha amado,

así también yo os he amado;

permaneced en mi amor.”

San Juan 15:9

 

 

E

l Padre Dios ama profundamente a Su Hijo. Cuando fue el bautismo de Jesús, narra el Evangelio: Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia. (San Mateo 3:17) Y cuando en el monte Jesucristo se transfiguró como ser celestial, conversando con Moisés y Elías: Mientras él aún hablaba, una nube de luz los cubrió; y he aquí una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd.(San Mateo 17:5) El Padre se complace en Su Hijo, “está orgulloso de Él” diríamos en términos terrestres. Y no sólo le complace, sino que le ha asignado una tarea, por eso ordena que le oigamos a Él; tenemos que escuchar a Jesucristo. 

Alguien podría argumentar que el Padre no ama al Hijo porque le envió a morir a la Tierra, a ser cruelmente rechazado, perseguido, humillado y finalmente clavado en una cruz. Pero recordemos que el Padre con el Hijo y el Espíritu Santo conforman una unidad, es la Santísima Trinidad. Los Tres están de acuerdo, no se contradicen porque los tres tienen un mismo propósito, sienten y piensan lo mismo a pesar de ser tres Personas. Son las únicas personas que piensan igual entre ellas en el universo. En nuestro mundo hasta los gemelos o trillizos piensan y sienten distinto; de lo contrario no podrían casarse pues amarían a la misma persona. Pero en Dios no sucede así. Los tres aman Su creación y la cuidan, aunque cada Uno desde Su posición. 

Está muy claro en el Evangelio que Jesucristo entregó Su vida de mutuo propio, no que le obligara, violentara o exigiera el Padre hacerlo: “Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. / Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.” (San Juan 10:17,18) Jesucristo puso Su vida a disposición de la Divinidad y del Hombre, por amor a Dios y al ser humano entregó Su vida como sacrificio expiatorio. Y por ello el Padre le ama, porque estuvo dispuesto a salvar su amada creación. Por tanto, desechemos esa idea de que el Padre mandó a Su Hijo al matadero y si lo hizo fue por Amor. Si Cristo es el Creador de la vida, Él puede quitarla y volverla a dar. Tampoco le quitaron la vida los sacerdotes, romanos o el pueblo, sino que de suyo la entregó. Y tres días después volvió a tomarla del Espíritu Santo: “Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros.” (Romanos 8:11) 

El amor del Padre por el Hijo es de satisfacción por la obediencia, disposición, humildad y misericordia que tiene Su Hijo. Hay una consonancia absoluta entre Él y Su Hijo. 

Jesucristo dice que, así como el Padre lo ha amado a Él, también nos ha amado. Puede referirse a la intensidad de Su amor o bien a las razones de ese Amor. No creo que sea por esta última causa ya que nosotros somos pecadores llenos de defectos al contrario de Cristo que es Santo. El Padre tiene complacencia en Su Hijo, está complacido de Él; ¿de qué podría complacerse Jesucristo en sus discípulos o de nosotros? Antes de nuestra conversión de nada, después de alguna cosa más aparte de la fe. Creo que Jesús nos ha amado con el mismo Amor con que el Padre le ama a Él, pues Dios Ama intensa y verdaderamente, ama sin medida. Cuando aplica Su Ley y castiga también está amando, como cuando un padre disciplina a su hijo, lo hace por su bien y porque es lo justo. En Dios están equilibrados el amor y la justicia. 

El amor de Jesucristo por los seres humanos se demostró completamente en Su sacrificio. Mostró Su amor por la gente en cada sanidad; cuando se condolió por su hambre y les dio a comer panes y peces milagrosamente conseguidos; cuando hizo milagros poderosos como acallar la tempestad o resucitar a la hija de Jairo, al hijo de la viuda de Naín y a Lázaro; en fin, cuando limpió leprosos y enseñó a los despreciados samaritanos. Pero el mayor acto de amor fue haber dado la vida por la salvación de la Humanidad pecadora. Ese amor debe movernos a amarlo a Él intensamente, tal como Él nos ama: Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; / y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.” (2 Corintios 5:14,15) 

Jesús nos ordena permanecer en Su Amor. En otras palabras, imitando el amor que Dios Padre tiene para con Él y Su propio Amor para con el Padre, además del Amor que nos ha dado a nosotros al dar Su vida. Esto significa que tenemos enfrente un modelo de Amor, es amor Divino, no el amor humano que es voluble y a veces se termina, sino un amor profundo, real, no tan sentimental, más bien racional que lo da todo por el otro: “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. / En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.” (San Juan 13:34,35) 

Ese amor marca al discípulo de Cristo, lo identifica y es una luz que guiará siempre su vida. Permanecer en este tipo de amor nos llevará a auto observarnos cada día, procurar actuar en forma correcta con nuestros hermanos y prójimos, a no envanecernos y buscar servir a Dios en lo que Él nos indique, cumplir la misión encomendada. ¿Está usted buscando la luz de Dios en la oración y lectura de Su Palabra diariamente? ¿Se observa usted a sí mismo en sus pensamientos y sentimientos con relación a los demás? ¿Reflexiona usted en cómo actúa con su prójimo? ¿Cómo está sirviendo al Señor? ¿Qué misión le ha confiado Él? 

Oración: Padre, te damos gracias por el Amor Divino que le has dado a Tu Hijo y cómo Él lo ha correspondido. ¡Cuán gran amor demostró Jesucristo por nosotros! No tenemos forma de mostrarle nuestra gratitud, sólo donarnos completamente a Él, que es a Ti también y al Espíritu Santo, quien día a día nos impulsa a amarte tanto como a nuestro prójimo. Vuestro Amor de Dios Trino es un ejemplo y una luz para nosotros. Nos compromete a esforzarnos cada día más en Tu Gracia. Te alabamos y bendecimos, en el nombre de Jesucristo, nuestro Salvador y Señor. Amén.

 

© Pastor Iván Tapia

pastorivantapia1983@gmail.com


domingo, 10 de abril de 2022

SIN ESCÁNDALO

 



 “Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia,

ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a santos”

Efesios 5:3 

 

A

costumbramos a veces comentar hechos inmorales y depravados que ocurren en la sociedad. Los medios de comunicación se encargan de resaltar todos aquellos sucesos horribles que perpetran hombres sin corazón como violaciones, asesinatos, vejaciones de mujeres, niños y hasta ancianos. También la cultura del espectáculo tan relajada de esta época aplaude y promueve situaciones reñidas con la moral. En la televisión aparecen hablando jovencitas semidesnudas acerca de sus relaciones con jóvenes no más decentes. Y si alguien critica aquello se le moteja de pacato y discriminador. Hay cierta morbosidad por ver, escuchar y hablar acerca de todas esas situaciones, lo que para nada contribuye a la cultura, la educación o el desarrollo de las personas. Todo lo contrario, les mantiene en un nivel bajo de animalidad, viviendo una existencia sensual y sin mayor visión. Almas que desconocen o quieren ignorar que son eternas y que su destino, al seguir esos pasos, es la perdición eterna. Se ríen de la fe cristiana, la Iglesia y Dios. A lo más prefieren alguna doctrina que les aturda o evada de la cruda realidad de la muerte. 

El consejo de Dios es no involucrarse en ese tipo de conversaciones, no comentar más allá de lo necesario aquellos hechos que se realizan en la oscuridad, como fornicación, es decir desorden sexual, toda inmundicia o avaricia, o sea el egoísmo de acumular para sí y pensar sólo en si mismo. No es edificante hablar de ello, centrar la conversación en comentar lo que hace el mundo en tinieblas. Podría ser que nos quedáramos entrampados en eso y finalmente cayéramos en los mismos pecados o disfrutáramos mirándolos y comentándolos. “33 No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres.  / 34 Velad debidamente, y no pequéis; porque algunos no conocen a Dios; para vergüenza vuestra lo digo.” (1 Corintios 15:33,34)

En nuestros teléfonos celulares de la actualidad solemos recibir comunicaciones de personas que se solazan enviando imágenes y expresiones groseras, que sólo ensucian la mente y provocan al pecado. Las redes sociales hacen lo mismo, denostando personas, insultando, burlándose de las creencias, destruyendo y ensuciándolo todo. Es un gran desafío para el cristiano sobrevivir en el mundo virtual y lograr poner un mensaje constructivo y evangelizador. No podemos retirarnos de esa esfera que se ha abierto en la cultura actual. Antaño se prohibía el cine y hasta la televisión en algunas iglesias, pero esa no es la solución. Somos la “levadura que leuda la masa” y con inteligencia e inspiración espiritual debemos saber movernos en ese ambiente e iluminarlo. Estamos en el mundo, aunque no somos de él. 

Lamentable es que en el mundo cristiano se esté utilizando lo mismo y hay hermanos dedicados a criticar y demonizar a otros, a ministros de Dios, iglesias y ministerios, sin contribuir ellos mismos al trabajo que todos tenemos y que nos dejó el Señor: evangelizar, anunciar a Jesucristo, salvar almas de las tinieblas. Abren canales para dedicarse sólo a analizar la conducta y palabras de nuestros hermanos, piensan que hacen una gran labor, pero sólo destruyen. Esos hermanos debieran poner atención a estas palabras: Hermanos, no os quejéis unos contra otros, para que no seáis condenados; he aquí, el juez está delante de la puerta.” (Santiago 5:9) 

El Señor nos llama a ser santos, apartados para Él y Dios es Santo, no soporta el pecado, sea de acción o mental. Porque alguien puede no adulterar, pero mirar con deseo a alguien que nos es su cónyuge; no tener relaciones sexuales impropias, pero mirarlas en su computador; no robar, pero admirar a aquellos que con triquiñuelas adquieren fortunas. 

No podemos cerrar ojos y oídos al mundo para no contaminarnos, no vamos a ser unos anacoretas o internarnos en un monasterio, pero sí podemos controlar nuestros miembros para no internarnos en territorios que pueden llevarnos a perdernos y extraviar el camino. Hoy hay muchas tentaciones en el mundo como las drogas, la pornografía, el dinero mal habido, el desorden sexual, la corrupción, etc. que pueden pervertir a los cristianos, para lo cual deben estar preparados y resistir, como lo aconseja el hermano del Señor: 

7 Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. / 8 Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones.” (Santiago 4:7,8) 

Al someternos a la voluntad de Dios somos protegidos por Él. Si resistimos a las tentaciones del diablo, éste huirá de nosotros. Mientras más nos acerquemos a Dios, más se acercará Dios a nosotros. En este texto Dios nos llama a la santidad, a purificar el corazón. Limpiémonos entonces de toda fornicación, inmundicia y avaricia, alejando de nosotros esas acciones y ni siquiera comentándolas o escandalizándonos porque así actúen otros. Vivamos en paz y dejemos vivir en paz a nuestro prójimo, porque cada uno deberá dar cuenta ante Dios en su momento. 

 

© Pastor Iván Tapia

pastorivantapia1983@gmail.com

 

 

 

 


domingo, 3 de abril de 2022

DIOS DEPLORA AL ALTIVO

 



 “Porque Jehová es excelso, y atiende al humilde,

Mas al altivo mira de lejos.”

Salmos 138:6

 

 

E

xcelso es una virtud o cualidad, o sea un adjetivo, y significa que existe en su máximo grado. Dios es excelso en sabiduría, amor, bondad, en fin, en todo lo positivo. Como el texto es poético, un salmo de alabanza al Señor, lo adora diciéndole que es excelso. Es bueno meditar en cada característica de Dios: inteligencia, moralidad, espíritu, perfección, infinito, conocimiento, poder, santidad, justicia, amor, etc. Y por cierto alabarlo y adorarlo por esas cualidades. 

Como criaturas de un Dios Todopoderoso, creados por Él, debemos someternos a Su voluntad con humildad. Es lo que espera Dios de nosotros. El cristiano humilde no hace ostentación de sus virtudes. La humildad es un valor contrario a la soberbia y es fundamental para convivir armoniosamente en sociedad. Las personas humildes: 

a)    Actúan con sencillez sin hacer ostentación de cualidades, éxitos, dinero ni nada que posea. 3 Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, / 4 sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios.” (1 Pedro 3:3,4)

b)    No tienen complejo de superioridad, mas bien consideran a los demás como superiores. Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo” (Filipenses 2:3)

c)     Respetan a los demás. Unánimes entre vosotros; no altivos, sino asociándoos con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión.” (Romanos 12:16)

d)    Se someten al Señor y a las autoridades. “Humillaos delante del Señor, y él os exaltará.” (Santiago 4:10)

e)    Están dispuestos a servir. Entonces él se sentó y llamó a los doce, y les dijo: Si alguno quiere ser el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos.” (San Marcos 9:35)

f)      No comentan lo que dan. “2 Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. / 3 Mas cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha” (San Mateo 6:2,3) 

La altivez es un sentimiento de superioridad frente a los demás que provoca un trato distante o despreciativo hacia ellos. Es la persona orgullosa y soberbia. El soberbio piensa que siempre está en lo cierto, que sus ideas son las únicas válidas y si alguien opina distinto, piensa que está equivocado. No escucha a los demás y con dificultad integra otra idea a sus pensamientos. El altivo es: 

a)    altanero, se cree superior a los demás.

b)    arrogante, trata con desprecio a los demás.

c)     despreciativo, actúa con desprecio.

d)    orgulloso, tiene un excesivo aprecio de si mismo y se cree superior.

e)    soberbio, se cree superior a otros.

f)      despectivo, muestra desprecio o indiferencia. 

A Dios no le agradan estas actitudes un tanto ridículas frente a la grandeza de Dios. Él resiste a los soberbios: “… Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes.” (Santiago 4:6) 

El Señor nos ayude a reconocer estas malas actitudes en nosotros, superarlas y evitarlas en nuestro corazón, pensando que Él es el Único que merece todo honor y, sin embargo, es humilde, capaz de despojarse de Su condición de Dios y hacerse humano, inferior entre nosotros: 

“5 Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, / 6 el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, / 7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; / 8 y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.” (Filipenses 2:5-8) 

Oración: Padre, te damos gracias por Tu Palabra que nos recuerda tu condición excelsa y cuánto deploras la soberbia humana. Perdónanos cuando actuamos con altivez. Quita de nosotros todo pensamiento y actitud orgullosa; corrige por medio del trato de Tu Espíritu toda soberbia y haznos cristianos auténticamente humildes. Te lo pedimos en el nombre de Jesús, quien se anonadó a sí mismo por amor a nosotros. Amén. 

 

 © Pastor Iván Tapia

pastorivantapia1983@gmail.com