domingo, 6 de marzo de 2022

UN LLAMADO A LA PAZ Y LA SANTIDAD

 





“Seguid la paz con todos,

y la santidad,

sin la cual nadie verá al Señor.”

Hebreos 12:14

 

E

ste versículo está inserto en una advertencia que el escritor de Hebreos hace sobre el peligro de:

1) El desánimo en el camino de Cristo, “Por lo cual, levantad las manos caídas”.

2) Permanecer paralizados, sin avanzar ni retroceder, es decir falta de crecimiento; “las rodillas paralizadas”.

3) La desorientación en ese camino; “y haced sendas derechas para vuestros pies”.

4) Las propias debilidades; “para que lo cojo no se salga del camino”.

5) Las enfermedades del alma, “sino que sea sanado”. 

Como corolario aconseja: “Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.” Estar en paz con los demás, sean hermanos en la fe, familia, amigos, vecinos, compañeros de trabajo o prójimo en general es una primera clave para caminar correctamente en el Reino de Dios. Por tanto, la primera tarea que salta a la vista a realizar por nosotros ahora es revisar nuestras relaciones y ver con quienes no estamos bien, para a la brevedad sanar esa relación. Tenemos enemistades, tanto que se han enfadado con nosotros como con ellos; guardamos reticencia hacia algunas personas, no las aceptamos ni las soportamos; hemos hecho daño a alguien. Es algo que necesitamos revisar.

El segundo consejo es vital: “Seguid la … santidad, sin la cual nadie verá al Señor.” Tenemos la santidad desde la perspectiva de Dios, Su buena voluntad nos ve santos en Cristo, es Su Gracia; pero esa santidad debemos seguirla, hacerla, vivirla, construirla, esforzarnos en desarrollarla. Nos falta la santidad desde nuestra perspectiva, porque ciertamente estamos en un proceso de santificación. Podemos decir “el Espíritu Santo lo hará” y de hecho será así, pero hay una parte nuestra, algo que compete a nosotros. La Gracia no nos debe llevar a la comodidad de esperarlo todo de un milagro u operación Divina. Tengamos en cuenta los siguientes alcances que nos hace la Palabra de Dios al respecto: 

-        “Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba.” (Hebreos 11:8) 

-        “26 Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, / 27 sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios. / 28 El que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere irremisiblemente. / 29 ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia?” (Hebreos 10:26-29) 

-        “1 Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús. / 2 Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros. / 3 Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo.” (2 Timoteo 2:1-3) 

-        “1 ¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? / 2 En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?” (Romanos 6:1,2) 

-        “12 No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias; / 13 ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia. / 14 Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.”  (Romanos 6:12-14) 

-        “15 ¿Qué, pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? En ninguna manera. / 16 ¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?” (Romanos 6:15,16) 

La Gracia debe conducirnos a la obediencia; no podemos pisotear la salvación que nos ha dado el Hijo de Dios; nuestro deber como soldados de Cristo es esforzarnos en la Gracia. Recordemos siempre que hemos muerto al pecado y debemos presentarnos nosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos y no entregar nuestros miembros al pecado. Si antes éramos esclavos de las tinieblas hoy lo somos de la Luz, de Jesucristo.  

Nos exhorta Hebreos a no permitir que en nuestros corazones se desarrollen “raíces de amargura” que nos estorben en/ el camino de la fe y contaminen el alma, como ocurrió con Esaú, el hijo de Isaac y hermano de Jacob. Esaú intercambió su primogenitura con Jacob, por un plato de comida, despreciando así la bendición de Dios. Se casó con dos mujeres de la tierra de Canaán y años después se enemistó con Jacob a causa de la bendición que le había dado su padre Isaac. Tuvo tal resentimiento y odio contra su hermano, que llegó a proferir amenazas de muerte contra él. Alarmada su madre Rebeca, aconsejó a Jacob a que se fuese a Harán de Mesopotamia, a casa de su tío Labán. 

Esaú fue, desde el punto de vista Divino fornicario y profano, pues por una sola comida vendió su primogenitura. El resultado de sus malas decisiones fue que, “deseando heredar la bendición, fue desechado, y no hubo oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas.”

 

 © Pastor Iván Tapia

pastorivantapia1983@gmail.com


No hay comentarios: