porque no hay otro
nombre bajo el cielo,
dado a los hombres,
en que podamos ser
salvos.”
Hechos
4:12
L |
os apóstoles predicaban a la gente de Jerusalén el Evangelio y a los sacerdotes, el jefe de la guardia del templo y los saduceos no les pareció bien que lo hicieran, entonces los arrestaron y encarcelaron toda una noche. Pero ya se habían convertido por su prédica como cinco mil personas. Al día siguiente se reunieron los gobernantes de la ciudad, los ancianos, los escribas, los sumo sacerdotes Anás y Caifás, junto a sus familias. Estos le hicieron una sola pregunta a Pedro y Juan: “¿Con qué potestad, o en qué nombre, habéis hecho vosotros esto?”
La respuesta inspirada de Pedro fue:
1. “Se nos interroga acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo, de qué manera éste haya sido sanado” (Hechos 4:9). Les interesa este milagro de sanidad no porque se haya hecho un bien a una persona inválida, sino porque hemos invocado el nombre de Jesucristo. Realmente no tiene misericordia con el que sufre y en vez de alegrarse por su recuperación, se molestan porque sanó.
2. “Sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret” (Hechos 4:10). No escondemos el nombre por quien lo declaramos sano, lo hicimos en el nombre de Jesucristo, porque Él vive y sana a los enfermos.
3. “A quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos” (Hechos 4:10). Pedro los acusa de ser ellos, toda la casta superior de religiosos judíos, los asesinos de Jesús. Pero Dios lo resucitó, no respetando la autoridad de ellos porque Él es la máxima autoridad.
4. “Por él este hombre está en vuestra presencia sano.” (Hechos 4:10). Si el hombre cojo de nacimiento, a quien ponían cada día a la puerta del templo, para que pidiese limosna, fue sanado de su parálisis de años, no fue por el poder de los apóstoles sino por el poder y la autoridad de Jesucristo.
5.
“Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los
edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo.” (Hechos
4:11) En este punto el apóstol cita la Escritura que tan bien conocen esos
religiosos: “21 Te alabaré porque me has oído, Y me
fuiste por salvación. / 22 La piedra que desecharon los edificadores Ha venido
a ser cabeza del ángulo. / 23 De parte de Jehová es esto, Y es cosa maravillosa
a nuestros ojos. / 24 Este es el día que hizo Jehová; Nos gozaremos y
alegraremos en él.” (Salmos
118:21-24) Pedro les acusa de haber rechazado en la construcción de la Casa
de Dios al mismo Dios, Jesucristo la “cabeza del ángulo”, el fundamento, la
roca de los siglos.
Luego de estas palabras es que el apóstol hace esta certera y solemne declaración: “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.”
1) Sólo
en el Hijo de Dios hay salvación, no hay otro personaje o ser en que podamos
encontrar la liberación del pecado y la limpieza de nuestras almas: “Y en ningún otro hay salvación”
2) No hay otro nombre bajo el cielo que sea digno de
ser nuestro redentor, ni Abraham, ni David, ni Salomón, ni el mismo Moisés. Grandes
hombres, pero ninguno Dios, ellos pecadores más Cristo, sin pecado: “porque no hay otro nombre bajo el cielo”
3) Dios ha dado, da y seguirá dando hombres y mujeres destacados
y ejemplares, pero ninguno como el Hijo de Dios hecho hombre, Jesucristo el
Santo: “dado a los
hombres”
4) La salvación puede ser dada sólo por medio de la fe en Jesucristo. Es una blasfemia nominar a otros seres humanos como caminos de salvación. Puede que en el imperio romano todos los caminos construidos por el emperador condujeran a Roma, el centro del imperio, pero no sucede así con la espiritualidad y la salvación eterna del alma. Sólo el Eterno Hijo de Dios que murió por nosotros, puede otorgarnos la salvación: “en que podamos ser salvos.”
Sólo hay un Nombre en el cual podemos ser salvos: JESUCRISTO
© Pastor Iván Tapia
pastorivantapia1983@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario