domingo, 10 de abril de 2022

SIN ESCÁNDALO

 



 “Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia,

ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a santos”

Efesios 5:3 

 

A

costumbramos a veces comentar hechos inmorales y depravados que ocurren en la sociedad. Los medios de comunicación se encargan de resaltar todos aquellos sucesos horribles que perpetran hombres sin corazón como violaciones, asesinatos, vejaciones de mujeres, niños y hasta ancianos. También la cultura del espectáculo tan relajada de esta época aplaude y promueve situaciones reñidas con la moral. En la televisión aparecen hablando jovencitas semidesnudas acerca de sus relaciones con jóvenes no más decentes. Y si alguien critica aquello se le moteja de pacato y discriminador. Hay cierta morbosidad por ver, escuchar y hablar acerca de todas esas situaciones, lo que para nada contribuye a la cultura, la educación o el desarrollo de las personas. Todo lo contrario, les mantiene en un nivel bajo de animalidad, viviendo una existencia sensual y sin mayor visión. Almas que desconocen o quieren ignorar que son eternas y que su destino, al seguir esos pasos, es la perdición eterna. Se ríen de la fe cristiana, la Iglesia y Dios. A lo más prefieren alguna doctrina que les aturda o evada de la cruda realidad de la muerte. 

El consejo de Dios es no involucrarse en ese tipo de conversaciones, no comentar más allá de lo necesario aquellos hechos que se realizan en la oscuridad, como fornicación, es decir desorden sexual, toda inmundicia o avaricia, o sea el egoísmo de acumular para sí y pensar sólo en si mismo. No es edificante hablar de ello, centrar la conversación en comentar lo que hace el mundo en tinieblas. Podría ser que nos quedáramos entrampados en eso y finalmente cayéramos en los mismos pecados o disfrutáramos mirándolos y comentándolos. “33 No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres.  / 34 Velad debidamente, y no pequéis; porque algunos no conocen a Dios; para vergüenza vuestra lo digo.” (1 Corintios 15:33,34)

En nuestros teléfonos celulares de la actualidad solemos recibir comunicaciones de personas que se solazan enviando imágenes y expresiones groseras, que sólo ensucian la mente y provocan al pecado. Las redes sociales hacen lo mismo, denostando personas, insultando, burlándose de las creencias, destruyendo y ensuciándolo todo. Es un gran desafío para el cristiano sobrevivir en el mundo virtual y lograr poner un mensaje constructivo y evangelizador. No podemos retirarnos de esa esfera que se ha abierto en la cultura actual. Antaño se prohibía el cine y hasta la televisión en algunas iglesias, pero esa no es la solución. Somos la “levadura que leuda la masa” y con inteligencia e inspiración espiritual debemos saber movernos en ese ambiente e iluminarlo. Estamos en el mundo, aunque no somos de él. 

Lamentable es que en el mundo cristiano se esté utilizando lo mismo y hay hermanos dedicados a criticar y demonizar a otros, a ministros de Dios, iglesias y ministerios, sin contribuir ellos mismos al trabajo que todos tenemos y que nos dejó el Señor: evangelizar, anunciar a Jesucristo, salvar almas de las tinieblas. Abren canales para dedicarse sólo a analizar la conducta y palabras de nuestros hermanos, piensan que hacen una gran labor, pero sólo destruyen. Esos hermanos debieran poner atención a estas palabras: Hermanos, no os quejéis unos contra otros, para que no seáis condenados; he aquí, el juez está delante de la puerta.” (Santiago 5:9) 

El Señor nos llama a ser santos, apartados para Él y Dios es Santo, no soporta el pecado, sea de acción o mental. Porque alguien puede no adulterar, pero mirar con deseo a alguien que nos es su cónyuge; no tener relaciones sexuales impropias, pero mirarlas en su computador; no robar, pero admirar a aquellos que con triquiñuelas adquieren fortunas. 

No podemos cerrar ojos y oídos al mundo para no contaminarnos, no vamos a ser unos anacoretas o internarnos en un monasterio, pero sí podemos controlar nuestros miembros para no internarnos en territorios que pueden llevarnos a perdernos y extraviar el camino. Hoy hay muchas tentaciones en el mundo como las drogas, la pornografía, el dinero mal habido, el desorden sexual, la corrupción, etc. que pueden pervertir a los cristianos, para lo cual deben estar preparados y resistir, como lo aconseja el hermano del Señor: 

7 Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. / 8 Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones.” (Santiago 4:7,8) 

Al someternos a la voluntad de Dios somos protegidos por Él. Si resistimos a las tentaciones del diablo, éste huirá de nosotros. Mientras más nos acerquemos a Dios, más se acercará Dios a nosotros. En este texto Dios nos llama a la santidad, a purificar el corazón. Limpiémonos entonces de toda fornicación, inmundicia y avaricia, alejando de nosotros esas acciones y ni siquiera comentándolas o escandalizándonos porque así actúen otros. Vivamos en paz y dejemos vivir en paz a nuestro prójimo, porque cada uno deberá dar cuenta ante Dios en su momento. 

 

© Pastor Iván Tapia

pastorivantapia1983@gmail.com

 

 

 

 


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