Queridos hermanos y amigos:
Una Iglesia en Casa es un grupo
de cristianos reunidos en un hogar. Los principios bíblicos que respaldan la
modalidad de Iglesia en Casa son los siguientes:
1. EL SEÑOR DESEA QUEDARSE EN NUESTRO
HOGAR.
Siempre fue la voluntad de Dios
constituir un grupo familiar unido, donde Él gobernase los sentimientos,
pensamientos y acciones de sus miembros. Una familia auténticamente cristiana
es Cristo céntrica y está dispuesta a que Jesús la dirija, aún en los aspectos
más prácticos. Como a Zaqueo, él hoy nos dice "baja en seguida, porque hoy
tengo que quedarme en tu casa” (San
Lucas 9:5). El Huésped de nuestra
casa quiere ser su Señor y no una simple visita a la cual recibimos en algunas
ocasiones solemnes. El Señor desea quedarse a vivir en tu hogar.
2. EL SEÑOR DESEA QUE VAYAMOS A OTROS HOGARES.
Su voluntad es que, además de
vivir la vida cristiana como nos la enseña en Su Palabra, también la
comuniquemos y compartamos con otras familias.
Al enviar a evangelizar a sus apóstoles, les dijo: “Cuando lleguen ustedes a un
pueblo o aldea, busquen alguna persona de confianza y quédense en su casa hasta
que se vayan de allí” (San Mateo
10:11). Así comienza la
Iglesia en una ciudad. A partir de una persona obediente al
mandato de Dios y de una casa que trabaja unida. En la Iglesia Discípulos
de Jesucristo llamamos Cenáculo a la Iglesia en casa. El
Cenáculo o Aposento Alto fue el lugar donde Jesús celebró la última cena de
Pascua con sus discípulos y donde les entregó profundas lecciones de
discipulado.
3. LA IGLESIA COMENZÓ EN UNA CASA.
Debemos estar dispuestos a abrir
nuestras casas a la presencia de Dios y a la de los que necesitan de Él: los
ciegos, cojos, pobres espirituales, los que sufren las consecuencias del
pecado. Debemos estar abiertos a amarles desinteresadamente. Hay una diferencia
entre casa y hogar. La casa es simplemente el edificio. Jesús nació en un
pesebre, junto a María y José, mas no podríamos decir que no tuvo un hogar pues
ellos fueron su hogar (San Lucas 2:7). La Iglesia comienza siempre
en la calidez de un hogar. ¿Acaso antes de construir un templo la comunidad no
se reúne en la casa del pastor o algún hermano? Devolvamos a la Iglesia ese fuego que
tenía cuando se inició en una casa.
4. LA IGLESIA APOSTÓLICA NOS DIO EJEMPLO.
Cuenta el libro de los Hechos “Y
todos los días se reunían en el templo y en las casas partían el pan y comían
juntos con alegría y sencillez de corazón” (Hechos 2:46). Las asambleas se hacían en las casas, ya que en el
templo se llevaba a cabo el culto judío. Filemón, discípulo de la ciudad de
Colosas, recibió una carta del apóstol Pablo en que éste le dice: "al amado Filemón, colaborador nuestro,
y a la amada hermana Apia, y a Arquipo nuestro compañero de milicia, y a la
iglesia que está en tu casa" (Filemón
1,2). Esto significa que en casa de
Filemón se reunía toda una iglesia. Se ratifica con el caso de Ninfas de
Colosas (¡una mujer! ¿Podríamos decir que la iglesia neotestamentaria era una
iglesia machista?). Habiendo una Iglesia de Colosas, coexistía la iglesia en
casa (Colosenses 4:15). En su casa se reunía toda una
congregación y Pablo la recuerda muy especialmente. Otro caso notable es el del
matrimonio de Priscila y Aquila de la Iglesia de Roma Trasladados a Éfeso, el Apóstol habla
de “la congregación que se reúne en su
casa”, (Romanos 16:3-5; 1 Corintios
16:19; 2 Timoteo 4:19). Tenían el mismo trabajo de Pablo, fabricantes de
tiendas. La casa de Priscila y Aquila, ambos judíos, estaba abierta a los
hermanos de Roma. Otros ejemplos de Iglesia en casa pueden ser la familia de
Aristabulo (Romanos 16:10) o la
familia de Narciso (Romanos 16:11).
5. CADA DISCÍPULO PUEDE ABRIR UNA IGLESIA EN CASA.
Cualquier cristiano podría abrir
su casa como Iglesia en Casa, pero se requiere que madure y crezca espiritualmente
para que sepa guiar a otros en el camino de la fe y guarde la unidad y sujeción
al Cuerpo de Cristo.
Un problema de la Iglesia ha sido su
identificación con el templo. No estamos contra los templos o lugares públicos
de oración y predicación, pero no podemos perder de vista la visión apostólica
de la Iglesia en Casa. Al ganar un discípulo estamos ganando un vecindario, una
familia y mucho más. “Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo,
y serás salvo, tú y tu casa. / Y le hablaron la palabra del Señor a él y a
todos los que estaban en su casa.” (Hechos 16:31,32).
En la I.C.D.J. llamamos Cenáculo a la iglesia en casa. Cada
hogar cristiano puede convertirse en un Cenáculo si el dueño o dueña de casa
abre sus puertas con generosidad a amigos, vecinos, familiares y compañeros de
trabajo. Esto es algo que nos puede parecer muy difícil pero en verdad es
sencillo. Más que conocimientos se necesita "corazón", el deseo
imperioso de servir a Cristo y a nuestro prójimo, entusiasmo por la obra, por
la extensión del Evangelio, amor por los necesitados, pasión por las almas. ¡Es
tanto lo que podemos ayudar a otros por nuestro conocimiento de Jesucristo! Ya
es hora que depongamos toda actitud egoísta y nos decidamos a servir a nuestro
prójimo que tiene hambre y sed de Dios, a dar de gracia lo que por gracia hemos
recibido. Abramos nuestros hogares para que los que tienen hambre y sed de
espiritualidad conozcan al Señor Jesucristo.
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