martes, 18 de noviembre de 2008

Amados en Cristo:
¡Cuán necesario es orar para que vivamos en una sociedad en paz y en la que prospere el Evangelio! Estamos pasando tiempos críticos a nivel económico, político, moral y espiritual. El sistema de este mundo está colapsando y requiere, como nunca antes, de nuestra oración e intensa búsqueda del Padre.

Vienen a nuestra memoria las palabras de San Pablo a su discípulo Timoteo: “Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; / por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad. / Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, / el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad. / Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, / el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo.” (1 Timoteo 2:1-6)

Por eso este domingo, motivados por nuestro hermano Luis Linares, de El Salvador, nos uniremos a iglesias de diversas latitudes para rogar por las naciones. Pediremos al Padre por sabiduría, inteligencia y justicia para nuestras autoridades civiles, militares y eclesiásticas; pero sobre todo rogaremos por un fuerte avivamiento, tiempos de evangelización y conversión, un nuevo Pentecostés para la Iglesia y el mundo.

Amados discípulos: les ruego que se unan a esta oración en sus hogares y en la Iglesia, para que muchos "hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad." El Señor bendiga vuestras vidas.

domingo, 5 de octubre de 2008

SEMINARIO TEOLÓGICO MISIÓN DE LA GRACIA

Amados hermanos:
Ya hemos regresado de nuestra primera cruzada de dos semanas en el Seminario Teológico de la Misión Internacional de la Gracia. Fue un hermoso tiempo de recogimiento, capacitación y reflexión de setenta pastores, bajo la sabia dirección de los misioneros coreanos Michael y Verónica Wock. El régimen de internado permitió una intensa vida devocional y camaradería entre todos los ministros de Dios, quienes pudimos compartir experiencias y descansar de muchas cargas en el Señor.

Los temas tratados fueron interesantísimos y estuvieron a cargo de experimentados siervos del Señor de Chile, como de expertos extranjeros: los obispos Juan Díaz y Emiliano Soto, y los misioneros Michael Wock y Sangsoon Kim. Indudablemente esta es una gran bendición para la Iglesia, lo cual redundará en un fuerte crecimiento y desarrollo del potencial de cada discípulo de Jesucristo.

Es apenas el comienzo de una nueva etapa para la Iglesia en Chile. Los planes de la Misión Internacional de la Gracia son construir un Seminario Teológico en esta región, con el propósito de apoyar al ministerio de la Iglesia, formar y capacitar pastores y enviar misioneros a toda Latinoamérica. ¡Qué el Señor de la mies siga inspirando y bendiciendo a Sus siervos y nos de fuerzas para hacer Su obra!

El Todopoderoso les bendiga,

Pastor Iván Tapia
I.D.J.

jueves, 4 de septiembre de 2008

NOTICIAS ALENTADORAS

Queridos discípulos:
Es muy grato dirigirme a ustedes para contarles que ya están en curso los trámites de personería jurídica de la I.D.J. Se ha encargado a la hermana Carolina Camus que contacte con el abogado para que se inicie el proceso de legalización de nuestra iglesia. Para nosotros esto es importante ya que el mismo Señor nos ha enseñado que "es necesario que se cumpla toda justicia", dando "al césar lo que es del césar y a Dios lo que es de Dios". Este respaldo legal nos dará más seguridad en nuestra acción evangelizadora, pastoral y social. Así es que les solicito que oren para que cualquier obstásculo en este trámite, sea superado.

También quiero contarles que este mes de septiembre asistiré a un Seminario para Pastores, dictado por la Misión Internacional de la Gracia, una obra fundada en Corea. El seminario se hará fuera de Valparaíso, en un lugar especial para retiros. Indudablemente será un tiempo de prendizaje, disciplina, recogimiento y camaradería con otros ministros del país y el extranjero. Doy gracias a mi Señor por esta maravillosa oportunidad que Él brinda a esta Iglesia, pues estamos seguros que será de gran bendición no sólo para mí sino también para ustedes. En esta capacitación pastoral se dará énfasis a aspectos prácticos de crecimiento de la obra, más que a temas teológicos. Serán dos semanas en sus días hábiles en que me ausentaré, pero no los dejaré de pastorear los domingos. Es otro motivo de oración, tanto de gratitud como de interseción.

Por último, les recuerdo que el último domingo de septiembre tendremos un retiro desde las 10 AM. hasta las 19 PM., de modo que vayan organizando su agenda para no faltar ese día. También prepárense espiritualmente en oración, pues Dios quiere bendecirles.

Agradezco a ustedes su apoyo a esta Iglesia y les insto a continuar perseverando en la fe, el amor y la esperanza, hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo. Fraternalmente, vuestro pastor,

Iván Tapia

jueves, 10 de julio de 2008

LA LÁMPARA DEL SER

“La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz; / pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas?” San Mateo 6:22,23

Cuando Jesucristo se refiere a “cuerpo”, en este pasaje, está señalando toda la persona y no lo que hoy nosotros designamos como soma o lo físico. Dice el Maestro que nuestros ojos son como una lámpara para el cuerpo o la persona entera. ¿A qué se estará refiriendo con “ojo”? El órgano de la visión es el que nos permite, sin tocar las cosas, ya emitir un juicio sobre ellas. Es evidente que Jesús se refiere a la conciencia. Quien juzga las cosas como pecaminosas las hace pecaminosas. Si usted considera que comer o beber determinado alimento es algo que Dios prohíbe, al hacerlo se sentirá pecador y totalmente contaminado por la maldad. San Pablo dirá después “Todo lo que el hombre hace sin fe es pecado” (Romanos 14:23). Si tiene una conciencia limpia, si no anda por el mundo juzgándolo todo y poniendo bajo su “lupa legalista” todas las cosas, entonces usted será libre, tendrá en cierto modo la inocencia de los primeros padres, que andaban desnudos y no se sentían sucios ni culpables, sin embargo cuando entró la malicia en ellos, por el pecado, quisieron cubrirse.

“Si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas” agrega Jesús, es decir si miras las cosas de un modo negativo, todo tu pensamiento, emocionalidad y modo de actuar se volverá oscuro. Por ejemplo, frente a un desnudo fotográfico podemos pensar que es un atentado a la moral, un insulto a la decencia y la prudencia, algo de las tinieblas, una maniobra del diablo que quiere corromper esta sociedad; y ese juicio nos hará tomar una actitud negativa y agresiva hacia toda persona que piense lo contrario, llevándonos incluso a enfermarnos físicamente. Si optamos por la opción de que es una expresión más de arte, que responde a una intención estética y no moralizadora, no sólo podremos disfrutar de esa obra sino también mantenernos limpios de toda contaminación de pecado y culpa. Este ejemplo es válido sólo para aquello que es auténticamente una obra de arte y no para la vulgaridad ni la pornografía.

El ojo del alma es la conciencia. Cuando está bien formada sabe distinguir perfectamente lo bueno de lo malo. El autor de Hebreos nos habla de la triste condición de los creyentes que no han desarrollado su conciencia al grado de poder discernir entre lo bueno y lo malo: "Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido. / Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; / pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal." (Hebreos 5:12-14)

Los cristianos somos hijos de la luz, la Verdad y el Amor de Dios; somos guiados por la luz de Su Palabra y de Su Espíritu Santo; vivimos en Su luz porque estamos en Su Reino, que no es de tinieblas sino de luz. No puede existir tinieblas, oscuridad, dentro de nosotros. “Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas?” nos recuerda el Señor. Pensar de modo oscuro, juzgar todas las cosas como pecado, tener una conciencia que todo lo sataniza, hará mucho mal a nuestro ser y a quienes nos rodean; por otro lado, no tener la capacidad de discernir cuando algo no está bien, también es peligroso pues se espera de nosotros que seamos esa lámpara puesta en lo alto del dintel, que ilumina toda la casa. Somos luz del mundo porque llevamos dentro de nosotros una lucecita encendida: nuestra conciencia guiada por el Espíritu Santo (Romanos 9:1).

“Nadie pone en oculto la luz encendida, ni debajo del almud, sino en el candelero, para que los que entran vean la luz. / La lámpara del cuerpo es el ojo; cuando tu ojo es bueno, también todo tu cuerpo está lleno de luz; pero cuando tu ojo es maligno, también tu cuerpo está en tinieblas. / Mira pues, no suceda que la luz que en ti hay, sea tinieblas. / Así que, si todo tu cuerpo está lleno de luz, no teniendo parte alguna de tinieblas, será todo luminoso, como cuando una lámpara te alumbra con su resplandor.” San Lucas 11:33-36

Amados discípulos: eduquemos la conciencia en la Verdad y la Ley de Dios, con Su justicia y misericordia, para juzgar rectamente y sobre todo, para que nuestro ojo sea limpio. Dejemos toda causa bajo el juicio del único Juez Justo, nuestro Dios. El Señor nos ayude.
Busca Su Rostro cada mañana.

lunes, 30 de junio de 2008

Y SERÁS BENDICIÓN

“Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. / Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. / Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.” Génesis 12:1-3

Para una comunidad cristiana joven, como la nuestra, con no más de dos años, a pesar de que varios de nosotros provenimos de un ministerio que compartimos en el pasado, para una iglesia emergente, ésta es una Palabra de Dios que nos habla directamente a nosotros. Y a ti, que navegas por este sitio, te digo lo mismo; no por casualidad estás leyendo este mensaje. Como al patriarca Abraham habló Dios en el pasado hace casi cuatro mil años, de la misma forma te habla hoy a ti y a mi, porque Él es eterno y Su Palabra no tiene tiempo; Dios habló en el pasado, habla en el presente y seguirá llamando al Hombre por la eternidad.

Dice la Biblia en el libro de Génesis, que es el libro de los comienzos, que el Señor habló a Abram ordenándole ”Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré.” Y ¿acaso no hemos tenido todos los cristianos que abandonar “la casa de nuestros padres”, en el sentido de dejar atrás formas de pensamiento propios de este mundo? Esto lo hemos hecho, llamados por Dios, para ir a habitar otra casa, otra tierra, nuestra propia tierra de promisión que es el Reino de Dios. El llamado de Jawé o Jehová, Aquél que dice llamarse “Yo Soy El que Soy”, es un llamado a un Reino espiritual. Ya lo dijo Jesucristo: “Mi reino no es de este mundo”. Sin embargo Su deseo es que ese Reino se establezca en este mundo y un día eso va a ser posible. Por eso todos los cristianos oramos: “Venga a nosotros Tu Reino”. El Dios Todopoderoso desea instalar Su Reino en nuestros corazones y desde allí saltar a toda la sociedad y apoderarse de lo temporal. De modo que el llamado que hace siglos hizo Dios a nuestro padre Abraham, aún sigue resonando y ahora para nosotros.

Una cosa interesante es que este llamado del Altísimo contiene además una promesa. ¡Una promesa Divina que no sólo es para el bueno de Abraham sino también para ti! “Haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición.” Todos nosotros pertenecemos a un país o nación, porque no hemos dejado de ser legalmente ciudadanos, y como tales tenemos la obligación de colaborar y trabajar por el progreso de la sociedad, sobre todo en el plano moral y espiritual. Pero como lo decíamos en el párrafo anterior, ahora pertenecemos al gobierno de Dios, cuyo Rey, máxima autoridad, es Jesucristo. A Él debemos toda obediencia. No en vano le llamamos “Señor” como queriendo significar con esto “Él es mi Dueño, yo soy su siervo”. Si actuamos en forma coherente y consecuente con Su Señorío, la promesa de ser grandes se cumplirá. Cuando Dios dice “Haré de ti una nación grande” no lo enuncia con criterios humanos de grandeza, sino con Su mirada que se proyecta más allá de nuestro tiempo y espacio limitados. Para el hombre, ser grande es figurar, tener prestigio, sobresalir por capacidades y poder; para Dios la grandeza la constituye el amor, del cual el mejor modelo es Su Hijo Jesucristo. Llegar a ser como Él es ser grandes. Si muchos de éstos “grandes” hubiera en la sociedad, constituiríamos una gran nación.

Toda promesa de Dios se cumple, no es una palabra lanzada al vacío o un augurio de algo que puede o no suceder, sino que es una realidad firme que está ubicada en nuestro futuro y que es vista por Dios. Si Él te dice hoy “Haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición” es que así se cumplirá. Un solo requisito hay para su cumplimiento: que tú creas. Dice la Biblia que Abraham creyó y esto le fue contado por justicia (Génesis 15:16) es decir que su fe fue tan grande como la mejor de las obras de misericordia que nosotros pudiésemos realizar o como el mejor acto de virtud cristiana. Su fe le fue contada por justicia.

El Señor finaliza sus palabras de revelación, prometiendo a Abraham y todos los que por fe somos sus hijos, diciendo: “Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra” Siglos después Jesucristo diría unas palabras similares: “El que a vosotros recibe, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió.” (San Mateo 10:40) Cuando acogemos la Palabra de Dios, no importa de quien venga, sea éste un pobre, un ignorante o un señor muy distinguido, una mujer o una persona de otra raza o etnia, en fin cualquiera sea su origen, pero le escuchamos como portador de una Verdad, entonces somos bendecidos y ellos a su vez son benditos por Dios. En cambio si maldecimos, despreciamos, negamos, hablamos mal o somos indiferentes a la Palabra de Dios, entonces esa maldición, ese desprecio, esa negación, ese mal hablar que es “maldición”, se volverá a nosotros. No que Dios nos maldiga, sino que nuestra propia actitud actúa sobre nosotros, como ley de la vida.

Queridos discípulos, hermanos y amigos: Hoy más que nunca el mundo necesita de hombres y mujeres como el patriarca Abraham. Nuestro país y ciudad requieren de personas íntegras, dispuestas a comprometerse con la causa del ser humano, necesitamos volver a los valores más puros del cristianismo; recuperar esa fe absoluta, esa plena confianza en Dios, que llega a darse ciegamente por Él y el amor; recuperar la paz en la conciencia, fruto del perdón y de la justicia de Cristo, que dio su vida por la Humanidad –de esa cruz mana toda nuestra sanidad espiritual, psicológica y física- ; recuperar el amor verdadero que es el que viene de lo alto y mira hacia lo alto, que ve por sobre los criterios humanos y es capaz de compartir y convivir con el que piensa y siente diferente, que es tolerante, paciente, magnánimo, ecuánime, misericordioso…; en definitiva recuperar la esperanza de que hay una salida, una solución al problema humano –el pecado, la culpa, el egoísmo y la ignorancia-, una puerta que fue abierta por Uno que dijo “Yo Soy la puerta”, Uno al que llamaron “el Hijo del Hombre” porque es la más alta expresión de ser humano en cuanto a virtudes, porque es el mejor Hombre que ha habido sobre la tierra, a tal punto que Dios le resucitó y le nombró Señor y Cristo de toda la Humanidad.

Conforme a la promesa de Dios al patriarca, “y serán benditas en ti todas las familias de la tierra”, de su estirpe nacería veinte siglos después el Salvador del mundo, el Hijo del Hombre, Jesucristo, por el cual han sido bendecidas todas las naciones. La bendición del Señor para las naciones debe completarse en esta generación, para que Jesucristo vuelva a la tierra, a establecer Su gobierno perfecto que borrará toda tristeza y toda enfermedad. De usted y de mi depende que esta promesa sea cumplida a cabalidad, que todas las familias de su barrio, de su ciudad y de su nación sean bendecidas con el amor del Señor. Trabajemos por ello, como auténticos cristianos y discípulos de Jesucristo, para que Él vuelva pronto. Sólo así seremos bendición para esta sociedad. ¡Maranata! Sí, ven pronto, señor Jesús.
Busca Su Rostro cada mañana.