“Y
todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré,
para
que el Padre sea glorificado en el Hijo.”
San Juan 14:13
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odos tenemos necesidades de todo tipo: necesidades corporales, sociales, psicológicas, laborales, espirituales, etc. A veces no logramos resolverlas ni satisfacerlas y pedimos ayuda a familiares y amigos. Pero no siempre tenemos la confianza para solicitar ayuda o bien somos tímidos y hasta orgullosos. Entonces acudimos a Dios en oración porque sabemos que Él es Todopoderoso y Misericordioso. Puede ayudarnos y además se conduele frente a nuestra incapacidad.
Cuando queremos realizar un trámite rápido, conseguir un trabajo, resolver un problema en nuestro barrio o lograr algo en forma expedita, vemos si hay algún conocido que trabaje en esa oficina o empresa para que desde adentro nos ayude con nuestra petición. Eso es tener un “contacto” que agilice la respuesta. Lo interesante de nuestra posición como cristianos frente a Dios es que tenemos un Amigo, el mejor “contacto” en el Cielo, que está dispuesto a interceder por nosotros ante el Padre Eterno, es Jesucristo el Señor, el Mediador del Nuevo Pacto, nuestro Abogado.
Jesús nos
prometió “Y todo lo que pidiereis al Padre en
mi nombre, lo haré”. En
el nombre de Jesús tenemos que pensarlo, creerlo de corazón y pronunciarlo,
para que sea efectivo. Él cumple Sus promesas. Cuando vamos a un lugar en
representación de otro, nos atienden como si fuésemos esa persona y si el otro
es alguien importante seremos atendidos con gran respeto y consideración. Si
vamos recomendado por alguien de autoridad se nos abren puertas; así mismo
sucede con nuestras oraciones de petición, si vamos al Padre en el nombre de
Jesús pidiendo algo, el Padre Dios nos atenderá con solicitud. Muy distinto si
nuestras oraciones son sólo en nombre nuestro.
Orar “en el nombre de Jesús” es más que una formalidad, es poner en funcionamiento esta Palabra de Jesús.
Jesucristo, que es el Verbo o Palabra-acción de Dios, lo hará Él mismo, como lo ha prometido: “lo haré”. De ese modo Dios Padre se glorifica en el Hijo. Jesucristo, al realizar Sus obras poderosas, respondiendo a nuestras peticiones, está mostrando en Él la gloria de la Divinidad, demuestra que Él también es Dios. Jesucristo es el Hijo de Dios, la Segunda Persona de la Trinidad, que actúa con tanto poder como el Padre y el Espíritu Santo. Pero estas palabras son también de humildad; Jesús no quiere que se piense que Él es más poderoso que el Padre, por eso dice: “para que el Padre sea glorificado en el Hijo”. Da la gloria al Padre, la tributa a la Primera Persona de la Trinidad. Esta es, además, para nosotros, una lección de humildad de Dios.
En el versículo siguiente
ratifica Su promesa diciendo: “Si algo
pidiereis en mi nombre, yo lo haré.” (San
Juan 14:14) Confiemos, entonces, a Su poder nuestras peticiones, sin
olvidar ser agradecidos, tener fe y hacer Su voluntad.
Pastor Iván Tapia
pastorivantapia1983@gmail.com
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