“Así que, todas las
cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros,
así también haced
vosotros con ellos;
porque esto es la ley
y los profetas.”
San Mateo 7:12
L
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a
ley y los profetas eran los libros sagrados de los hebreos, lo que nosotros
llamamos Antiguo Testamento. Todas las enseñanzas de esos libros las resume
Jesús en esta sola frase: “todas las
cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced
vosotros con ellos”.
Es
decir: Traten a otros como te gusta que te traten a ti. Procurar agradar a los
demás, poniéndome en su lugar es algo tan simple. En una relación de amor se
puede comprender perfectamente: Damos al ser amado aquello que a nosotros nos
agrada porque sabemos que así se sentirá feliz. ¡Qué buena forma de conocer al prójimo!
Conociéndose a sí mismo.
Me
agrada que se dirijan a mi persona con buenas palabras, con delicadeza y sin
insultos ni groserías; pues entonces haré yo lo mismo con mi familia, amigos,
vecinos, compañeros de trabajo, etc. Me gusta que me brinden ayuda cuando estoy
cansado o cuando estoy en problemas, y si me quejo de dolor o fatiga me
comprendan y no me regañen ni se burlen de mí; entonces cuando encuentre a un
semejante con pesados bultos o metido en un problema, le ayudaré con su carga y
le acompañaré amablemente para encontrar una solución. Cada persona sabe lo que
le es grato, por tanto puede dar aquello al prójimo.
Este
gran libro llamado Biblia es pródigo en ejemplos y estilos de escritura, para
que de una u otra forma, dada la diversidad de pensamientos y formas de sentir
humanos, todos puedan aprender algo tan sencillo como “amar al prójimo como a
sí mismo”.