“Dios es nuestro amparo y fortaleza,
Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.”
Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.”
(Salmos 46:1)
Dedicado a mi hija Carla, cuyo nombre,
de origen germánico, significa “la que es fuerte”.
La fortaleza es uno de los dones
de Dios. El profeta Isaías anunció en el Antiguo Testamento que reposaría sobre
el Mesías el Espíritu Santo. Tal Espíritu traería consigo hermosos dones
espirituales, entre ellos el de “poder”:
“2 Y reposará sobre él el Espíritu de
Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder,
espíritu de conocimiento y de temor de Jehová. / 3 Y le hará entender diligente en el temor
de Jehová. No juzgará según la vista de sus ojos, ni argüirá por lo que oigan
sus oídos; / 4 sino que juzgará con
justicia a los pobres, y argüirá con equidad por los mansos de la tierra; y
herirá la tierra con la vara de su boca, y con el espíritu de sus labios matará
al impío. / 5 Y será la justicia cinto de sus lomos, y la fidelidad ceñidor de
su cintura.” (Isaías
11:2-5)
Todo ser
humano, en especial si es un discípulo de Jesucristo, necesita del don de poder.
Éste es una ayuda divina para luchar contra dos cosas que nos afectan a todos:
1) Los sufrimientos propios de la vida (fracasos, frustraciones, desilusiones,
ataques de personas, enfermedades, muertes, etc.) y
2) Las tentaciones (vicios, malos hábitos, pecados, juicios, malos
pensamientos, etc.)
El poder
para enfrentar con buen ánimo, valentía y esperanza el sufrimiento, se llama “fortaleza”.
El poder para no caer cuando somos tentados, es la “templanza”. Quizás con
carácter y esfuerzo podamos llegar a tener estos poderes o virtudes, pero será
un logro tan sólo humano, fácil de perder. En cambio si Dios nos da el don de
poder (fortaleza + templanza), será una fuerza divina la que trabajará
en nosotros.
Podemos encontrar la buena fortaleza en
Dios: “Jehová es mi fortaleza
y mi cántico, Y ha sido mi salvación. Este es mi Dios, y lo alabaré; Dios de mi
padre, y lo enalteceré.” (Éxodo 15:2)
Y cantar victoria, junto con el
poeta bíblico: “Jehová es mi luz y mi
salvación; ¿de quién temeré? / Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?” (Salmos 27:1)
Sigamos el consejo del Apóstol
Pablo: “Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza.” (Efesios 6:10)
Tener el Espíritu Santo es tener
la Persona de Jesús en nuestro interior, quien nos equipa con Sus dones y
capacidades. No dejes pasar la oportunidad de asociarte con Él y tendrás Su
poder y la victoria sobre sufrimientos y tentaciones. ¡Bendiciones!
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