jueves, 30 de junio de 2016

LA METAMORFOSIS EN LA BIBLIA


 
 
Mensaje entregado en el taller "Hoy quiero ser feliz"
el día 29 de junio de 2016 

La palabra metamorfosis es un vocablo griego que se traduce como “transformación”. Siete veces habla la Biblia de transformación, comenzando en el libro de Job cuando se lee “El (Dios) atrae las gotas de las aguas, al transformarse el vapor en lluvia” (Job 36:27). La mano del Señor está en todos los procesos naturales, porque como Creador planificó cada detalle del universo. 

También interviene en la Historia de la Humanidad. Pregunta el profeta Isaías: ¿No eres tú el que secó el mar, las aguas del gran abismo; el que transformó en camino las profundidades del mar para que pasaran los redimidos?” (Isaías 51:10) recordando aquellas ocasiones en que liberó a Su pueblo del dominio egipcio, abriendo el Mar Rojo milagrosamente.  

Pero también nos habla de transformaciones mentales, cuando recomienda en una carta del apóstol Pablo: No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” (Romanos 12:2) La palabra conformarse significa aquí “tomar la forma” del mundo materialista y sus costumbres adversas a Dios. Dice que la transformación de nuestro carácter sólo será posible si renovamos nuestro entendimiento de las cosas. Al producirse el cambio, recién se puede comprobar la voluntad de Dios para con nosotros. Renovación de la mente y transformación del modo de vivir (pensar, sentir, actuar) están íntimamente ligadas. 

Otro modo de transformación del cual nos habla la Palabra de Dios, es la resurrección, que significa volver a vivir, pero de un modo distinto: “He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, / en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.” (1 Corintios 15:51,52) Esta profecía es extraordinaria y para algunos, difícil de aceptar la posibilidad que los muertos un día vuelvan a la vida. La transformación será de huesos secos, de cenizas, a un cuerpo diferente, glorificado como el cuerpo de Jesús al resucitar, con unas capacidades muy distintas a las que nuestro cuerpo tiene ahora. El mismo concepto de Corintios se reitera en Filipenses: el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.” (Filipenses 3:21) Sólo un poder Superior podrá hacer esto. 

Pero de todas las formas de transformación que la Biblia nos enseña, la que por ahora debe ocuparnos es la de nuestra personalidad. Si nos creemos cristianos, creyentes, discípulos de Jesús o el calificativo que prefiramos, hemos de ser consecuentes con lo que el Maestro nos enseñó. No siempre somos coherentes con nuestro pensamiento ni vivimos en todas las cosas Su ideología centrada en el Amor. Por eso se nos recuerda: Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.” (2 Corintios 3:18) Hay una operación espiritual que Dios hace en Sus seguidores obedientes, los que creen en Él y Su Hijo. Tal operación consiste en mirar, contemplar, admirar, conocer y experimentar a Jesucristo. Así, por obra del Espíritu Santo, se va produciendo una transformación de nuestro modo de ser, día a día, pero sólo si lo miramos a Él. Si usted no mira diariamente a Cristo ni cree que Él pueda transformarle, jamás cambiará. A Él se le mira en oración, meditación, contemplación, conversando con Él, leyendo y reflexionando Su Palabra y escuchando la Voz interior del Espíritu Santo.  

Tal como atrae las gotas de las aguas y las transforma en neblina y luego en lluvia, Dios puede levantar y transformar su vida en una refrescante lluvia de amor permanente para usted y quienes le rodean. Le invito a vivir esa metamorfosis espiritual con Cristo.

 

jueves, 9 de junio de 2016

POR EL MÁS EXCELENTE DON.


 

 

Padre Santo:

Te doy gracias por tus dones

pero ¿de qué servirán

si no tengo el más excelente

que es tu amor?

Por eso te pido:

Desarrolla en mi persona

el amoroso carácter de Cristo.

Que sepa soportar con paciencia toda circunstancia

y siempre ejercer la bondad con mi prójimo.

Quita de mi alma envidia, vanidad y orgullo

y dame un corazón humilde.

Que jamás sea grosero sino de trato delicado.

Líbrame de ser egoísta y sea mi bandera el altruismo.

Dame un carácter sereno y jovial.

Que no me alegre de la injusticia

sino de la verdad

Lleno de compasión hacia el que sufre

y capaz de enfrentar todo

con grandeza de ánimo,

con magnanimidad.

Así, el amor de Cristo gobierne mi corazón

y toda mi persona sea llena de Dios.

Amén.

 

(1 Corintios 12:30 / 13:4-7)