“…Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; / mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.” (San Juan 4:13,14)
© Pastor Iván Tapia
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n oasis es un paraje en el desierto, pero también un oasis es un paraje donde se encuentra agua. Cuenta la Biblia que, estando Jesús sentado descansando junto al pozo de Jacob, vino una mujer samaritana a sacar agua. Extrañamente Jesús le pidió de beber. Digo que esto era raro por dos motivos. Primero, que un hombre se dirigiera a una mujer y segundo, que un judío le hablara a alguien de Samaria, ya que entre ambos pueblos no se trataban. Judá consideraba a Samaria impura y hereje.
Los discípulos de Jesús no se encontraban allí, pues habían ido a la ciudad a comprar de comer. San Juan relata esto probablemente porque después la mujer o el Señor contaron lo sucedido en detalle. La misma mujer se sorprendió de la pregunta: “¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana?” entonces el Maestro inicia un diálogo muy especial, en que Él habla en forma velada de asuntos espirituales y ella lo entiende en forma concreta y literal, como muchas veces solemos hacerlo los cristianos. Necesitamos abrir nuestros sentidos internos para comprender el lenguaje de Dios.
Jesús le dijo: “Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva.” La respuesta de ella fue la lógica en el plano material: “Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva? ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados?” Lo que se ha traducido como “agua viva” es un manantial, pero es indudable que ambos están hablando de cosas diferentes.
Me impresiona la respuesta de Jesús, pues encierra la clave para la salvación de toda persona, sin importar su nacionalidad o creencia religiosa: “Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.” Parece que ella seguía sin entender, pues le dice: “Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla.” Sin embargo es la petición que cada ser humano guarda en su interior para con Dios: Dame de tu agua, para que nunca más mi alma tenga sed.
¿Qué tipo de agua ofrece Jesús a los seres humanos?
1. Jesús no ofrece un agua material.
“13 Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed;”
El agua natural sacia la sed, pero ésta vuelve a aparecer luego de unas horas. Es como otros alimentos; no basta comer una vez en la vida, se necesita hacerlo permanentemente, cada cierta hora. Lo mismo pasa con el sueño, la respiración y todas las funciones biológicas. Requieren una satisfacción constante. Así hizo Dios nuestro organismo, en una interrelación con otros elementos, sea aire, agua o comida, lo que determina una dependencia de ellos. Los seres humanos dependemos del agua, la luz, la comida, etc. Para poder vivir. “Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed” dijo sabiamente Jesús, porque este líquido fundamental para la vida sobre la Tierra debe circular permanentemente por dentro de nosotros.
Cuando Jesús dice de esta agua está significando que esta no es la única agua existente. Indudablemente el agua da vida ¿Habrá otra agua que también dé vida? ¿Cómo será esa agua? ¿Servirá para saciar la misma sed o habrá otro tipo de sed?
El Maestro señala que quien toma del agua del pozo volverá a tener sed. ¿Significa esto que hay un agua con un efecto distinto, que sacia la sed definitivamente y para siempre? Pero ¿será para el mismo tipo de sed? Creo que la respuesta podemos encontrarla en el próximo versículo.
2. Jesús ofrece un agua espiritual.
“14 mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás;”
Jesús, el Maestro de Nazaret, el Hijo de Dios, el Verbo encarnado de Dios, tiene un agua muy especial que sacia por completo la sed del hombre. Cuando uno bebe de esa agua que Él da, ya no vuelve a tener sed. No se trata de alguna bebida material que sacie la sed de líquidos, pues ya sabemos que no existe en esta tierra ningún líquido que quite la sed para siempre. Es necesario aclarar que Jesús está hablando de otra sed, también presente en el ser humano, la sed espiritual. Hay una sed física y también una sed del alma.
Una de los signos en que se manifiesta la sed física es la sequedad en la lengua y el paladar. El organismo humano necesita del agua, elemento vital, para hacer funcionar. La ciencia nos señala diversas funciones que cumple el agua en nuestro organismo:
- El agua compone la mayoría de las células de nuestro cuerpo.
- El agua es la parte más grande de nuestros sistemas sanguíneo y linfático, transportando alimento y oxígeno a las células y desechando intrusos y desperdicios.
- El agua limpia nuestros riñones de substancias tóxicas.
- El agua balancea nuestros electrolitos, que nos ayudan a controlar la presión sanguínea.
- El agua humedece nuestros ojos, boca y pasajes nasales.
- El agua mantiene al cuerpo fresco cuando hace calor y aislado cuando hace frío.
- El agua actúa como un amortiguador para los órganos del cuerpo.
- El agua provee de los minerales que nuestro cuerpo necesita tales como manganeso, magnesio, cobalto y cobre.
Así como el cuerpo físico requiere de ella para conservarse vivo, también el ser interior del hombre necesita ser regado y alimentado con un “agua” espiritual para poder vivir. De lo contrario se seca, se desnutre, se enferma y muere. ¿No están muchos muertos espiritualmente? Como dice el Apóstol “aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos)” (Efesios 2:5) y “Por lo cual dice: Despiértate, tú que duermes, Y levántate de los muertos, Y te alumbrará Cristo.” (Efesios 5:14)
¿Cuáles son los signos de la sed espiritual?
1) Clamor del alma: “1 Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el alma mía.” (Salmo 42:1)
2) Necesidad de estar con Dios: “2 Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?” (Salmo 42:2)
3) Abatimiento y confusión interior: “5 ¿Por qué te abates, oh alma mía, Y te turbas dentro de mí?” (Salmo 42:5)
4) Sensación de vacío interior: “7 Un abismo llama a otro a la voz de tus cascadas; Todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí.” (Salmo 42:7) El abismo de nuestro vacío y soledad interior llama al abismo insondable del amor de Dios.
Jesús nos dice “mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás” ¿En qué consiste esa agua que Él puede darnos a beber? Lo podemos descubrir en la segunda parte de este verso.
3. Jesús ofrece el agua de la vida eterna.
“…sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.”
Para comprender e interpretar correctamente este texto, es preciso leer el siguiente pasaje de San Juan, en que él mismo explica las palabras del Maestro:
“37 En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. / 38 El que cree en mí, como dice la Escritura , de su interior correrán ríos de agua viva. 39 Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.” (San Juan 7:37-39)
El agua, en el Evangelio de San Juan, representa principalmente al Espíritu Santo.
1) “sino que el agua que yo le daré” Esta agua es un elemento vital que da Jesucristo. Él nos otorga Su Espíritu, el cual produce a nivel espiritual similares efectos al del agua natural: a) riega, b) da vida, c) sacia la sed, d) refresca el alma, e) limpia, f) alimenta.
2) “será en él una fuente de agua” El agua que da el Señor no es un agua estancada sino que un manantial, agua viva que brota de dentro del ser. Recibir el Espíritu Santo, o sea ser bautizados en Él, es tener a Dios en nosotros, la misma Fuente de la vida, como dice Jesús: “…El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él.” (San Juan 14:23)
3) “que salte para vida eterna.” El agua divina salta eternamente en nuestro interior. Ese Espíritu que Dios pone dentro de nosotros es el que contiene la vida eterna, la vida sobrenatural. La vida del cuerpo es “bio”, vida biológica; la del espíritu es “zoe”
En el Oasis, que es Jesús, hallamos el agua de vida, como Él lo señaló a la mujer junto al pozo. Jesús ofrece a cada ser humano en esta Tierra, el agua de la vida eterna, que es el Espíritu Santo. Como Padre, Dios es generoso. Dice el Evangelio “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan? (San Lucas 11:13) Todos requerimos del Espíritu para alcanzar la vida eterna con Dios. De modo que busquemos con dedicación y perseverancia esa “agua que salta para vida eterna”
CONCLUSIÓN.
El agua que ofrece Jesús a los seres humanos:
1) No es un agua material. Ésta sacia la sed, pero luego de unas horas la persona está de nuevo sedienta. Jesús habla de otra agua, cuya característica es quitar la sed para eternidad.
2) Es un agua espiritual. Él está hablando de otra sed, también presente en el ser humano, la sed espiritual. Hay una sed física y también una sed del alma. La ciencia señala numerosas utilidades que cumple el agua en nuestro organismo y así como el cuerpo físico requiere de agua para conservarse vivo, también el ser interior del hombre necesita ser regado y alimentado con un “agua” espiritual para poder vivir. De lo contrario se seca, se desnutre, se enferma y muere. Hay varios signos de sed espiritual: a) Clamor del alma; b) Necesidad de estar con Dios; c) Abatimiento y confusión interior; d) Sensación de vacío interior.
3) Es el Espíritu Santo. El agua representa al Espíritu Santo. Jesús nos otorga Su Espíritu que: a) riega, b) da vida, c) sacia la sed, d) refresca el alma, e) limpia, f) alimenta. Ser bautizados en el Espíritu Santo es tener la misma Fuente de la vida en nosotros. Ese Espíritu contiene la vida eterna y sobrenatural del espíritu.
PARA TRABAJAR EN EL CENÁCULO:
1) ¿Cuándo comenzó usted a ser consciente de tener sed de Dios?
2) ¿Ha sufrido carencias prolongadas de agua física en su vida?
3) ¿Por qué Jesús utilizó el símil del agua para referirse a la necesidad espiritual de las personas?
4) ¿En qué consiste el agua que Dios tiene para saciar nuestra sed?
5) ¿Cuál carencia es mayor actualmente en la Tierra, la sed física o la sed del alma?
6) ¿Qué podemos hacer en el aspecto social por las personas que no tienen agua?
7) ¿En qué consiste la muerte espiritual?
8) ¿Cuál de los signos de sed espiritual puede usted detectar en la gente actual?
1) ¿Cree usted poseer el Espíritu Santo? ¿En qué basa su respuesta?