lunes, 27 de noviembre de 2017

NO TE CANSES DE HACER BIEN



 

“No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. / Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe.”
Gálatas 6:9-10

 

A
veces nos desanimamos por la escasa o nula respuesta de las personas a nuestros intentos de ayudarles; o porque no obtenemos un resultado de una acción generosa de nuestra parte. Nos cansamos, nos desmotivamos al no haber respuesta; quizás dependemos demasiado de una respuesta para hacer el bien. No debiera ser así y sólo contentarnos con el puro hecho de ayudar, servir, amar, sin esperar ninguna recompensa, ni siquiera la gratitud del otro.  

Por un lado tenemos nuestro error de abrigar expectativas del ser humano y no de Dios. La mirada del creyente que sirve a su prójimo, debe estar puesta en primer lugar en Cristo: “De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.” (San Mateo 25:40 

Por otro lado está el error del prójimo caído, naturalmente ingrato y poco feliz, incapaz de apreciar el amor verdadero de Dios. Necesitamos desarrollar paciencia con ellos y ellos despertar de su sueño y abrir sus corazones al llamado de Cristo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.” (San Mateo 11:28) 

Así es que, cada vez que el Señor ponga delante suyo alguien a quien ayudar con un consejo, una palabra de Dios, un apoyo material o sencillamente su atención, hágalo con fe sencilla y amor verdadero, como para el Señor: “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres;  / sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís.” (Colosenses 3:23,24)